- Becaria en Diario de Cádiz
- Lo más cerca que estaré de un Pulitzer
- En la redacción con Enrique Alcina
- No sé con quien hablaría. En Diario de Cádiz
Justo ayer. Hablaba con un amigo sobre un intento de ligar conmigo (de un tercero) y de lo poco original que había sido y me preguntó:
– ¿Y cómo tendría que haberte entrado?
No tengo mucha idea de cómo tendría que haberlo hecho (el desentrenamiento tiene estos efectos) pero sí que estoy segura de cómo no… Y era justo así…
Eso mismo me pasa con el periodismo, en una época de tanta incertidumbre, de tanta indefinición, en un momento crucial en el que tiene que redefinirse o morir: no estoy segura de cómo ha de ser y de qué manera influye toda esta vorágine que se lo está zampando, pero sí que tengo claro cómo no ha de ser. Periodismo no es vender morbo gratuitamente. Periodismo no es obviar lo que está pasando por el interés propio. Periodismo no es saltarse normas y leyes. Periodismo no es cortar y pegar noticias enlatadas. Periodismo no es seguir la dinámica de la no-noticia (el periodismo se nutre de hechos y ¿una declaración lo es?).
Llevo unas vacaciones dicotómicas y contradictorias (no podría ser de otra manera, vivo en una contradicción constante). Me he propuesto desconectar en serio y eso sólo puedo conseguirlo despegándome de mi realidad diaria: de la lectura de mis seis periódicos, de la escucha de mis matinales de radio, de los informativos de televisión; pero, en cambio, son las vacaciones en las que más me he empapado de periodismo: en mis lecturas, en mis películas re-vistas, en mis conversaciones (los periodistas somos seres endogámicos que nos rodeamos de periodistas y hasta nos emparejamos para no dejar de hablar de nuestra pasión)… Pero la tromba de periodismo, con mayúsculas y a granel, me ha llegado de la mano de The Newsroom, una serie sobre una redacción de un informativo nocturno de televisión y sobre todo lo que es y no es periodismo. Y llega a España en septiembre.
The Newsroom habla del periodismo que todos soñábamos hacer cuando nos adentrábamos en esto. Y casi podríamos catalogarla como una serie de ciencia-ficción si comparamos con la realidad. Aborda el rigor, el trabajo duro, la adrenalina, la emoción de contar historias, la responsabilidad de saber la trascendencia de tu trabajo, cuando hay personas que vertebran a partir de ahí su opinión. Es el periodismo que me enamoró y que me llevó (cuando tenía la pinta de la chica de arriba de la foto – becaria de Diario de Cádiz) a perseguir mi vocación y mi sueño. Vale que era consciente de que no saldría de lo local, de lo regional, si me apuran, pero el periodismo es periodismo sin necesidad de ejercerlo en un informativo de prime time.
Hoy el periodismo está en la UVI. Hoy nos hemos olvidado de qué era aquello de coger un teléfono. Hoy olvidamos las verdaderas historias. Hoy no hacemos periodismo. Y como llegará un momento en que esto reventará y tendremos que reinventarnos, os he ido dejando enlaces por esta entrada que son para mi como las piedras de Hansel y Gretel, que me sirven para recordar el camino de vuelta a la esencia de lo que esto es. Y no deja de ser fácil. Nos lo cuenta Kapuscinski: «Siempre el principal reto para un periodista está en lograr la excelencia en su calidad profesional y su contenido ético. Cambiaron los medios de coleccionar información y de averiguar, de transmitir y de comunicar, pero el meollo de nuestra profesión sigue siendo el mismo: la lucha y el esfuerzo por una buena calidad profesional y un alto contenido ético. El periodista tiene el mismo objeto que siempre: informar. Hacer bien su trabajo para que el lector pueda entender el mundo que lo rodea, para enterarlo, para enseñarle, para educarlo» (Los cinco sentidos del periodista).
Parece fácil ¿verdad? Pues nada más alejado de la realidad. Y ahora os dejo siete maravillosos minutos de periodismo. Siete. En vena. Para que entendáis a lo que me refiero. Y con Coldplay de banda sonora. «Es una persona. Y es un médico quien determina su muerte, no las noticias». Que la coherencia de Don suene a ciencia ficción…
Justo por eso siempre he querido ser periodista, y al final acabé de economista pero loco por todo lo que rodea a tu profesión (como bien sabes y alguna vez has sufrido, jajajajaja).
Me han encantado las fotos, son muy divertidas, y la verdad es que lo que no cambia es ese gesto de curiosidad, de ganas de aprender, de mejorar y de llegar siempre al centro de la noticia, o de lo que sea.
Gracias… Lo de newsroom lo apunto, que tiene buena pinta.
Un muaks
Sé de tu vocación periodística y no imagino nada más alejado que la carrera de economista… Sólo tú haces esas cosas. Las fotos son un punto de nostalgia porque echo de menos el trabajo en el diario. Cada vez que veo la cara de pipiola me tiro al suelo. ¿Cuánto de aquella quedará ahora? Espero que al menos, como apuntas, algo de esa curiosidad. The Newsroom es altamente recomendable. Y gracias por pasarte por aquí.
Me encanta pasarme por tu casa… incluso a veces me paso antes de que se vea, you know 🙂
remuaks wapa
😉
Me gustan muchos periodistas, curiosamente me da igual su ideología, porque son honestos, ese tipo de honestidad que caracteriza a la gente que cuenta las cosas sabiendo que todo es relativo (incluso su opinión) …. aún así, cuentan las cosas con pasión e intentando ser objetivos ….
El mundo (al menos el mio) necesita gente que sepa contar lo que ve, que sea valiente, honesto …. con pasión …. es el periodismo que me gusta, eso sí, se que nunca soy objetiva …. por eso no soy periodista jajajajaja me gusta leer, no escribir …..
Me ha encantado esta entrada …. mucho.
Muchas gracias, Juana. Los hechos son los hechos pero la objetividad no existe. El mero hecho de seleccionar palabras y ordenar las ideas supone ya una interpretación del que lo cuenta. Pero si se hace con rigor, con seriedad y con celo, tiene poco que reprocharse. Mi gracias, Juana. ¡Y me gusta que te gusten los periodistas! 😉
Taite, me encanta. Me encantas. Muacks.
Gracias. Gracias. Como siempre, me abrumas. Sitos
Tu te preguntas cómo puedes haber tenido tantas visitas al blog y yo sólo puedo preguntarme, ¿cómo puede no ser así alguna vez?
Transmites la pasión por tu profesión y eso es algo que enamora, gusta… engancha. No dejes de hacerlo nunca y continúa regalándonos tus reflexiones, experiencias, pasiones… nos encanta!
Un abrazo enoooooooooorme y a ver cuándo puede ser de los de verdad!
Muuuuaks!!!!
Pues me lo pregunto a diario. ¡No sé cómo puede interesar a tanta gente! Me abruma ver las cifras y son de chupacharcos total. Seguiré apasionándome, espero, porque es como soy y como dijo Jessica Rabbit «me dibujaron así». Celebro que os guste. Gracias por estar, por pasarte, y por abrazos que quedan pendientes.
Quedan pendientes en mi saco de abrazos y achuchones que te debo, así que llegarán! 😉
¡Seguro!
Hola Taite, un año después de ese parto tuiteado con nuestra querida @albanta (por cierto felicidades), he decidido pasarme por aquí y ver cómo iba creciendo la criatura. No soy muy dada a comentar si no he reflexionado bien antes, pero hoy me ha sido imposible contener las teclas. Será esta pasión compartida que nos une (a parte de la objeción diacrítica).
Para mi estas últimas semanas han sido especialmente duras, precisamente por esa sensación de «desaprender» todo aquello que pensaba que era nuestra profesión. Por las dudas ante acciones que antes hubiera considerado «de manual» y por la aparición de prácticas profesionales que me dan poco menos que pena (se me ocurren sentimientos más mezquinos, que procuraré evitar). Me ha invadido esa sensación de incertidumbre que nos rodea de vez en cuando a los periodistas. Llevaba días preguntándome ¿por qué periodismo y no otra cosa? Comparto la idea de que es hora de reinventarse, no nos queda más opción, por romántico que nos siga pareciendo el periodismo como lo conocíamos. Pero sabes, leyéndote me he dado cuenta de algo: las pasiones son irracionales y nuestra profesión sin pasión no es nada.
No podría haberlo dicho mejor. Hace unos años hicimos una encuesta en la Asociación de la Prensa de Cádiz sobre la profesión y el sociólogo aún está perplejo con los resultados: tenemos unos horarios atroces, no podemos conciliar, los sueldos son de risa y la precariedad, alarmante pero la abrumadora mayoría no se ve viendo otra cosa. Llámalo vocación, llámalo pasión, llámalo locura, pero este veneno nos mantiene vivos y, a la vez, nos perjudica porque nos ata. Comparto tu comentario y te agradezco enormemente que te hayas dejado caer por aquí, siendo tan poco dada.
Pingback: Agonía | A propósito de un caso
Pingback: Higiene mental | A propósito de un caso