Quizás sea porque aún sigo en shock por ver cómo el shock puede que esté orquestado; quizás sea porque la lectura de La Historia Interminable, ese libro que marcó mi adolescencia, me hizo cuidarme de las ciénagas de tristeza que te hacen sentirte tan mal que siempre acaban devorándote; quizás sea porque más tarde Harry Potter trajo a mi vista y mi imaginación a aquellos dementores que te absorben la esperanza y los pensamientos positivos; pero creo que hay enemigos que acechan, malos muy malos que quieren arrebatarnos lo poco que nos queda: la esperanza, la sonrisa. Una vez conseguido, estaremos vencidos, a su merced.
Quizás sea por todo eso, o quizás no, pero como los héroes de mis novelas, estoy empezando a hacer acopio de un arsenal de armas fuertes, invencibles; armas capaces de sacarnos de la ciénaga, cuando estemos a punto de sucumbir; que puedan alejarnos a los dementores, en ese momento en que nos vayan a dar el beso mortal; que mantengan nuestros mejores atributos, prácticamente los únicos ya, a salvo de tanto embate mortal.
De esta forma, cuando entro en bucle, cuando me siento encima la nube negra que llevaba el indio de Lucky Luke, saco de mi particular faltriquera algunos de los ingenios que he ido acumulando; a saber: las mesas y sobremesas con los amigos, a veces filosofando, a veces inventando chirigotas imposibles que nunca vieron la luz -lo cual agradece nuestra imagen-; las confidencias y los gestos con los que no hace falta hablar; los paseos y atardeceres, también algunos amaneceres; las risas, el humor, el ingenio por whatsapp, line y hasta sms; las callejeras, el concurso; los ratos con Guille, con Carmen, con Carlos y sus conversaciones de personita mayor; los libros que huelen y te transportan. Y la música, siempre la música, ésa que es capaz de movernos y removernos, de retorcernos de melancolía o aportarnos el subidón que merecemos.
Yo, de vosotros, iría también haciéndome con uno de éstos porque el invierno está llegando, porque dejarnos abatir por el pesimismo no es más que ponernos a merced de todos los que quieren quitarnos el reino que construimos y que, frente al de mis libros, era de verdad. Y como saber que estáis al otro lado cuando hace falta es otro de mis alicientes, espero que sigamos viéndonos por aquí o por donde se tercie otro año más. Espero que siga habiendo tocamiento de palmas, allegados que publiquen libros y maestros que sigan creando y citas a las que no faltar. Porque todo avituallamiento es poco para lo que nos espera.
Así que os he dejado aquí mis cosas favoritas, al más puro estilo de María en Sonrisas y Lágrimas. Faltarán algunas o incluso muchas pero no era plan de ponerme pesada.
Y como wordpress se ha currado estas estadísticas, pues también os las dejo no sin antes prometer que en breve dejaré de escribir mis cosas y retomaré los casos por los que nació este blog.
Aquí hay un extracto:
600 personas llegaron a la cima del monte Everest in 2012. Este blog tiene 5.900 visitas en 2012. Si cada persona que ha llegado a la cima del monte Everest visitara este blog, se habría tardado 10 años en obtener esas visitas.
Es un lujo leerte,conocerte ,quererte , compartir contigo mesa,sobremesa,paseos,vivencias,sonrisas y lágrimas de emoción porque nos ayudas siempre y nos enseñas a vivir desde tus experiencias.
Vaya, emocionada estoy… Gracias por pasarte y por tanto cariño… 🙂
Tu foto ya es mi foto del año, me encanta… Pôr cierto, puestos a preparar el avituallamiento y la faltriquera para este año tan duro, yo tengo un delantal para ponerme a los mandos y que nada salga mal.
Seguimos en las trincheras, avanzando, con el fango hasta las rodillas, pero sonrientes.
Un beso!
Tu sonrisa perenne es también una buena opción, así que capitanea con ese delantal tan chulo, que toda ayuda es poca… Seguimos, seguimos. Y gracias por estar ahí siempre. Y por pasarte por aquí… 🙂
Por favor, aunque retomes los otros casos no dejes de escribir entradas como esta. La batalla va a ser larga y necesitamos tus armas para combatir.
Como siempre, es un placer leerte, lo cuentas de lujo.
Feliz año sin nubes negras.
Hija, Pilar, mil gracias por tu comentario hoy y siempre… Es un honor que siempre hables con tanto cariño, alienta mucho. Intentaré llegarme cada vez que pueda y es verdad que acaba llamándome más escribir de mis cosas que del curro, así que parece que no habrá problemas… 😉
Me ha encantado tu visión… salvo que el invierno no está llegando, sino que se acerca corriendo la primavera… Beso y adelante.
Y esa foto, también la voy a coger. madao.
La foto es fantástica… Yo se la he robado a Anago Gutiérrez… Es toda una alegría… Gracias, Rafa. Un beso
Feliz año, Taite. Mi nube negra es la De Luis García Montero, en la que detrás de ella, cuando pase, siempre hay alguien esperándote. Ese amigo con la sonrisa franca, esa cuasi desconocida que escribe a ritmo de 3X4. Siempre hay luz detrás de la nube.
Gracias por ser Candil involuntario.
Me quedo con lo de «candil involuntario», que es mucha responsabilidad pero un gran halago (o al menos, así lo siento). No sé si quedarme con lo de la desconocida y el 3×4 es ya demasiado presuntuoso por mi parte, aunque también me gustaría. Menos mal que ya está el Carnaval a las puertas, y que nosotros sabemos como cantar las penas para espantarlas y reírnos del día a día. Gracias, Ogrobueno, por pasarte por aquí de vez en cuando y dedicar palabras tan bonitas.
Pingback: Molinillo y parálisis | A propósito de un caso